La oración es un don y un privilegio. [...] Por las prisas no sabemos valorar lo que tenemos. ¿Por qué pasamos por delante del Sagrario sin hacer nada? Estamos ante el Creador del cielo y de la tierra.
Para orar debemos hacerlo como cuando un amigo habla con otro amigo. Hemos de presentarnos al Señor con lo que somos, con nuestras miserias y grandezas. [...] Cuando queramos orar ante Dios Padre no hace falta mucha palabrería: se trata simplemente de estar a gusto delante del Señor, saber que está presente y cercano a nosotros, pues, como decía san Pablo, en él vivimos, nos movemos y existimos.
A Jesús siempre lo tenemos presente hecho Pan en el Sagrario, y quizá por su cotidianeidad no le damos importancia. Y precisamente ese es el mejor tesoro que podemos tener: no hay mayor tesoro que Jesús Sacramentado, el orar delante del Señor, sabernos queridos por él.
Leemos en el libro del Apocalipsis "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo". Que seamos capaces de abrir las puertas al Señor. Sumergirnos en el Dios que nos ama: esa es la verdadera oración.
No quisiera dejar pasar la oportunidad de agradecer públicamente a Antonio Burgos su labor continuada durante tantos años en la tarea de encendido de la candelería del altar de cultos de nuestra Hermandad.
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