Página de información y opinión de los hermanos y hermanas de la Real e Ilustre Hermandad del Santísimo Sacramento y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de las Aguas, el Señor Sentado en la Peña y Nuestra Señora de los Dolores (Guadalcanal).
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viernes, 28 de marzo de 2008

No hay motivos para estar tristes

Nuestro hermano Plácido Cote Rivero nos remite el siguiente comentario:
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Es difícil escribir algo nuevo, porque lo que aquí ya se ha dicho, refleja de una manera precisa lo que sentimos todos tras lo acontecido el pasado Sábado Santo. No se puede añadir mucho tras las magníficas palabras que ha dejado escritas Juan Manuel Espino; ni ampliar el sincero mensaje del Hermano Mayor, Manuel Chaparro. Mi total comprensión ante el abatimiento personal de Manolo Rincón. Estoy de acuerdo con lo dicho por Mª Carmen Gómez, por mi amigo Enrique, por Nuria, por...... en fin, por todos los que han dejado escritas aquí sus sensaciones.

Y qué puedo decir yo ahora. Pues simplemente eso, que no hay motivos para estar tristes. Luego, en ese caso será que estoy contento.

Pues sí, estoy contento o mejor dicho, satisfecho.

Porque lo que sucedió el sábado, solo fue el capítulo final de una procesión que comenzó justo un año antes. Irónicamente, a nosotros que somos la Hermandad de Las Tres Horas, nos han faltado tres horas justas para terminar de lujo un año de Hermandad.

Porque, antes de esa mala hora, húmeda en los ojos y en los pies ¿que es lo que hubo? Pues hubo una HERMANDAD VIVA, una Hermandad en la calle.

Utilizando un símil, os diré que yo he visto a mi Hermandad en las calles de mi pueblo durante todo el año. La he visto iniciar su procesión anual allá por el mes de Junio en la festividad del Corpus Christi; procesión que discurre con paso lento y racheado llegando hasta el verano para dejar su mejor chicotá con la llegada de ese niño rubio de ojos azules que tanto os dio y que tanto recibió. Paraíta breve para coger fuerzas y luego a seguir procesionando para ayudar a los que sufren la lacra del cáncer. La he visto mecerse de costero a costero, desde su capilla a la del Sagrario, en misas de Hermandad y cultos al Santísimo. La he visto igualar a los nuevos costaleros que habrán de llevarla en el futuro, cuando cuida con mimo los detalles hacia los más pequeños de la Cofradía, en los momentos entrañables de su bautizo o su primera comunión. La he visto andar sobre los pies cuando arropada por los diversos colectivos que la forman, atravesaba en Octubre la carrera oficial de Guaditoca. La he visto recogerse en sí misma y estremecerse cuando esta procesión queda envuelta por las bellas voces de su Coro Sacramental. Pero también la he visto apretando los dientes para encarar la dura cuesta de esas tardes frías de invierno en la que se recoge para los que lo necesitan, aquello que a nosotros nos sobra, y luego la he visto alegrarse y disfrutar cuando al llegar esta larga procesión a la calle llana de la Navidad, compartía con los abuelos de la residencia el ambiente entrañable de esas fiestas.

Y por fin, en el trayecto final de ese lento discurrir procesional, he visto a mi Hermandad prepararse y engalanarse para (como dijo Enrique) “el summun de su estación de Penitencia”, la entrada triunfal en su barrio.

Yo he visto pues a mi HERMANDAD VIVA, en la calle durante un año menos tres horas.

¿No es motivo suficiente para estar contentos? ¿O aún nos parecen pocos los 364 días y pico de procesión?

Con mi reconocimiento sincero y afectuoso, a toda la Junta de Gobierno de mi Hermandad. Muchas gracias por vuestro magnifico trabajo.
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PLÁCIDO COTE RIVERO.