Hoy es el día de la reflexión, de recordar lo que pasó y lo que no pudo ser. Nos invaden sentimientos de tristeza, impotencia y rabia. Pero yo me quedo con todo lo positivo que pude vivir el Sábado Santo, con los muchos nazarenos que nos acompañaban, cada año más, la ilusión de todos los niños de Nuestra Hermandad, el futuro que nos espera. Los momentos antes de salir a la calle, donde todo parece un caos con nazarenos de capillos blancos mezclados con los de capillo rojo, costaleros, insignias, músicos, monaguillos... pero en el momento en que las puertas de la calle se abren, todos están colocados en su sitio esperando para salir a acompañar a Nuestros Titulares con toda la ilusión por las calles del pueblo. Yo acostumbro a ver la salida desde dentro hasta el final, algo que sí he podido disfrutar también este año. Me quedo también con el gran aplauso con el que fue recibido el Santísimo Cristo de las Aguas cuando llegó a la plaza bajo el manto de agua, con la colaboración de los que estaban alrededor que ayudaron a levantar las caídas para que no arrastraran al bajar el paso, a pesar de estar empapándose, con los nazarenos de la virgen que llegaban a la plaza acompañándola para que no entrara sola, con el abrazo de gente ajena a la Hermandad ofreciendo su apoyo y con la ayuda desinteresada de miembros de otras Juntas de Gobierno a la hora de secar y desmontar inmediatamente después de la triste recogida.
Muchas gracias a todos. Nos queda la ilusión de seguir trabajando para que el año que viene disfrutemos del Sábado Santo como estábamos acostumbrados y para que durante el resto del año vivamos nuestra querida Hermandad como estamos también ya acostumbrados.
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