En el bar "Antiguas Piletas" de Sevilla existe, desde muchísimo tiempo atrás, un cartel con un calendario de los días que faltan para el Martes Santo de la salida de San Esteban, que se va descontando, día a día, desde el Miércoles Santo del año anterior.
Un calendario similar es el que ahora tenemos todos nosotros dentro de nuestra cabeza pensando en el próximo Sábado Santo.
Tenía yo este año una ilusión especial por ver a nuestro Cristo, tan acostumbrado al radiante sol del mediodía ó al sol de la tarde primaveral, en la penumbra de la noche intensa de este casi invierno de la Semana Santa 2008. Pero estos albores de la primavera han venido duros.
El año que viene, el 11 de abril del 2.009, volveremos a disfrutar de nazarenos, cirios, tambores, olor a incienso y rachear de zapatillas, quizá con más luz abrileña y sol que este año pero confiemos que sólo con las Aguas de nuestro Cristo.
Es una pena, pero no pasa nada.
Es una pena porque esa ilusión de los niños (¡que niños somos todos en estos días!) que llevaban toda la semana pensando en los días que faltaban para salir de nazareno, con sus túnicas relucientes y su talega llena de caramelos, desaparece en un abrir y cerrar de ojos y sólo quedan esos ojos vidriosos y un: "qué rollo papá, ¡qué rollo!"
Pero no pasa nada porque esa labor de Hermandad que nuestra Junta de Gobierno está haciendo de forma magistral durante todos los días del año se va a mantener intacta y, si acaso, con renovadas ilusiones para el año próximo. Se ha conseguido una Hermandad que va mucho más allá de la Semana Santa, de la procesión y la penitencia, una Hermandad que se preocupa y esfuerza por mantener una frenética actividad vital de labor cristiana y de pensamiento en el prójimo. Contra esta actividad no hay lluvia que pueda.
Aún así la Estación de Penitencia es el súmmun y no hay día de Hermandad que no se piense en ella.
Vendrán días.
Faltan 382 pero en realidad no falta ninguno porque todos los días son Sábado Santo en nuestros corazones blancos.
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