El Viernes Santo estaba en la iglesia viendo como hacían las piñas de claveles blancos para el palio y colocaban los rojos en el monte de la cruz. Al día siguiente íbamos a entremezclar los claveles deshojados, que ya irían metidos en las cajas donde se ve esa mágica mezcla de colores rojos, blancos, rosas.... y siempre alguna que otra hoja verde. Nada más pensarlo, me acordaba del año pasado, nuestros capataces siempre diciendo “arrastrar las alpargatas, no las oigo”, y es en esa calle con tal encanto, que ya llegando a los pisos, ese trabajoso montón de claveles que nos viene cayendo del mismo cielo nos lleva en volandas, sin sentir en los pies un solo adoquín, hasta terminar esa revirá con la DERECHA ALANTE IZQUIERDA ATRÀS!
He querido hacer hincapié en ese momento, en ese momento tan especial para cada componente de esta Hermandad, que utilizando metafóricamente esa lluvia del año pasado, con su sutil descendimiento de colores, nos dio unas fuerzas con las que poder aguantar sin dolor nuestra Estación de Penitencia.
Este año ha sido otro tipo de lluvia, más real si cabe que la de otros años, tan fría, tan húmeda, tan triste,...., tan aguafiestas. Doblábamos la tienda de López,”AHÌ QUEÒ”, el llamador no sonó como otras veces, ese golpe nos retumbó a todos los del palio. Me quité del palo y poco a poco me fui incorporando hasta alcanzar las mirillas del respiradero. Hasta 5 personas conté trajeados, y al mirar al suelo, estaba mi respuesta a tantos trajes negros, gotitas, gotitas, más gotitas, hasta que ya en casa de Juan el Chófer era chaparrón. El Cristo de las Aguas revindicaba su nombre, el misterio de caoba retrocedía por López de Ayala, maniobrando como si de un coche se tratara.
Ya en la entrada ni que decir tiene que no se sepa, nazarenos, músicos...todos empapados. Mientras salía del palio, alcé la cabeza para ver a nuestra Virgen de los Dolores, parecía decirme otro año será, pero tanto ella como nosotros y me refiero a todo, todo, TODO el mundo que estuvo en esa plaza a reventar viendo como salía la Hermandad, sabemos que no vamos a fallar el próximo año, y que seguiremos luchando, cada uno a su modo, para que el Sábado Santo sea aún si cabe más GRANDE.
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