REFLEXIÓN | Solidaridad

En estas fechas que se avecinan se cae en la desidia de explotar todo tipo de mensajes de esperanza, de paz, de amor, de solidaridad, etc., pero en estos tiempos que corren, como que no hacen demasiado efecto en nuestros corazones, pues se comete siempre la misma torpeza y, una vez pasadas las fiestas, parece olvidarse por completo todo aquello que días antes habíamos deseado, con tanto afán, a propios y extraños.

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Pues sí: todo queda en la trastienda de nuestros corazones como si de simples adornos navideños se tratase, para volver a desempolvarlos al año siguiente y volver a reutilizarlos a nuestro antojo poniendo como siempre mucho sentimiento pero poco de contenido. Creo que un año da para mucho, aunque es sabido que el tren de la vida viaja demasiado deprisa, pero hay que pararse mes a mes y día a día, en cada estación y pensar en esos deseos que hemos hecho a través de un bonito “christmas”, o cualquier otro medio bien sea oral o escrito, y hacerlos nuestros, pero no sólo como deseos sin ánimo de cumplir, sino llenos de propósitos e intenciones, intentando paliar en la medida de lo posible el sufrimiento de la gente que padecer por enfermedad, abandono, hambre, desprotección, abusos de cualquier índole; en definitiva, estar junto a esas personas que bien por causas políticas, sociales o geográficas, están desamparadas.

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Pongamos un año más a examen nuestros corazones y que todos nuestros propósitos vayan acompañados de unos granitos de arena que, por insignificantes que sean, todos juntos hacen una gran playa de esperanza, para que esos seres humanos que de verdad necesitan ayuda sientan el apoyo de una sociedad solidaria para con ellos.

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Sirva esta reflexión como felicitación de Navidad a todos los hermanos y devotos de nuestra querida Hermandad.
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[Texto remitido por nuestro hermano Juan Antonio Escote Omenac, y que aparece publicado en el número 8 del BOLETÍN DE LAS TRES HORAS].