Página de información y opinión de los hermanos y hermanas de la Real e Ilustre Hermandad del Santísimo Sacramento y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de las Aguas, el Señor Sentado en la Peña y Nuestra Señora de los Dolores (Guadalcanal).
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jueves, 12 de noviembre de 2009

Si andamos a la gresca unos con otros, a lo mejor es porque no tenemos claro nuestro papel.

Toda celebración humana comienza siempre por una reunión y consiste casi siempre en una reunión. Los que se sienten unidos por diversos motivos, pero en la vida diaria se encuentran dispersos, se reúnen, es decir, vuelven a expresar su vinculación a través de una presencia física de reciprocidad. La celebración cristiana es fiel a esta ley de toda reunión humana. Los cristianos vienen de su dispersión por el mundo, por la ciudad, por el pueblo, para formar su asamblea; término que se utiliza en el lenguaje litúrgico desde hace relativamente poco tiempo. Así, el Concilio Vaticano II afirma:
“La Iglesia de Cristo está verdaderamente presente en todas las asambleas locales de los fieles, reunidas legítimamente en torno a sus pastores y que el mismo Nuevo Testamento llama “Iglesias”. En efecto, donde se tienen estas asambleas, allí se encuentra el pueblo nuevo, llamado por Dios en el Espíritu Santo y con una plena seguridad (cf. 1 Tes 1, 15)…En estas asambleas, aunque sean pequeñas y pobres o vivan en la dispersión, está presente Jesucristo, en cuyo poder se reúne la Iglesia una, santa, católica y apostólica… El está siempre presente en la asamblea de sus fieles reunidos en su nombre.”(Lumen Gentium, Constitución Dogmática sobre la Iglesia, 26).
La asamblea expresa el compromiso cristiano de dos maneras, en la celebración y fuera.


Es ahí fuera donde queda comprometida a encarnar en la vida ordinaria lo que se ha celebrado. Y, entre sus muchas características, está la de ser carismática y jerárquica. Lo que viene a decirnos es que no es una amalgama de gentes anónimas e impersonales, sino una comunidad dotada de carismas y dones y estructurada en una jerarquía de servicio y de caridad. En el plano práctico esto se traduce en la conjunción de los diversos ministerios y funciones dentro de la celebración. Todos son actores de la celebración, pero no en el mismo grado ni desempeñan la misma fución, tal y como se señala en el punto 28 de la Constitución Dogmática sobre la Santa Liturgia del Concilio Vaticano II Sacosatum Concilium. De ella se pueden obtener tres afirmaciones fundamentales:
1. La acción litúrgica tiene su presidente (el ministro ordenado: el obispo, el presbítero y el diácono, que han sido ordenados para la santificación de los hombres y del culto a Dios).
2. El presidente guía la oración, realiza acciones sagradas, parte para el pueblo el pan de la Palabra de Dios y el pan eucarístico. No es de ningún modo un simple responsable del buen orden.
3. Es presidente, no por designación de la asamblea o a causa de sus cualidades humanas, sino porque ha sido elegido por Dios y ordenado por la Iglesia para tal ministerio. Desempeña el papel de Cristo; es el signo de que una comunidad no se reúne por su propia iniciativa; sino que es convocada por el Señor para recibir su palabra y sus dones. Es, por su identificación a Cristo, cabeza y mediador. De ahí la importancia que la Liturgia concede a la oración del presidente. (Fuente: Elementos generales de la liturgia. Instituto internacional de Teología a Distancia).




Pero ¡claro! Somos de barro, no somos angelitos celestiales. Y nos equivocamos; unas veces con buena (las más) y otras con mala intención(las menos).


Por eso quiero terminar con un fragmento del libro “sabiduría de un pobre” que me regaló Víctor Navarro:
“- Vamos, hermano Tancredo, escúchame un poco- le dijo con calma-. Si el Señor quisiera arrojar de delante de su rostro todo lo que hay de impuro y de indigno ¿crees que habría muchos que pudiesen encontrar gracia? Seríamos todos barridos, pobre amigo mío. Nosotros como los otros. No hay tanta diferencia entre los hombres desde este punto de vista. Felizmente, a Dios no le gusta hacer limpieza por el vacío. Eso es lo que nos salva. Ha arrojado una vez a los vendedores del templo. Lo ha hecho para mostrarnos que Él era el dueño de su casa, pero, ya lo habrás notado, no lo ha hecho más que una sola vez y como jugando, después de lo cual se ofreció a Sí mismo a los golpes de sus perseguidores, y nos ha mostrado de ese modo lo que es la paciencia de Dios. No una impotencia de tratar con rigor, sino una voluntad de amar que no se retira.
Sabiduría de un pobre. Eloi
Comprendo que muchos os preguntéis que a qué viene todo este "rollo que he soltado". Lo he puesto simplemente porque anoche me dormí con un cuento que terminaba afirmando:
SI AL FINAL ALGO ENTENDISTE,
TRANSMITE BIEN LO QUE OÍSTE.
Con permiso de Manolo,¡Claro!

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