Acogida: acto de bienvenida en la catedral

El pasado miércoles se celebró en la Catedral de Sevilla el acto de bienvenida a los 738 niños bielorrusos acogidos este año por Hermandades y otras entidades provinciales. El acto comenzó con la canción Color esperanza y la lectura del Evangelio; a continuación, S. E. R. el Cardenal Arzobispo de Sevilla, fray Carlos Amigo Vallejo, dedicó unas palabras llenas de cariño a los niños bielorrusos y a sus padres y madres de acogida.

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Entre otras cosas dijo: Vosotros nos hacéis muy felices porque vemos que sois como un regalo de Dios [...] Habéis oído decir a Jesucristo 'el que acoge a un niño como estos a mí me acoge'; en cada uno de estos niños y niñas es el mismo Jesucristo el que visita nuestra casa; ahora nos explicamos por qué queréis tanto a estos niños y niñas [...] Para muchos de vosotros no son invitados que llegan de vacaciones, sino parte de vuestra familia e hijos y si por vosotros fuera desearíais tenerlos todo el año [...] También tenéis que ofrecer este sacrificio: el de tener lejos de los ojos durante mucho tiempo a los que quisiérais tener siempre a vuestro lado [...] El amor cristiano puede querer a todo el mundo sin necesidad de tener delante de los ojos a las personas que quieres [...] Los kilómetros nos separan; el amor nos acerca.

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Posteriormente los niños bielorrusos ofrecieron una serie de regalos a monseñor Amigo, entre ellos alguna que otra canción popular. Una Salve a la Santísima Virgen de los Reyes puso punto final al acontecimiento.
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Nuestros tres pequeños (Pavel, Caralina y Sasha) también estuvieron en Sevilla ese día acompañados por sus padres y hermanos de acogida. Aparte de la ceremonia en la catedral -quizás más sobria que el pasado año- hubo momentos especialmente memorables que pellizcaron el alma de quien escribe: el hecho de "picar" un bonobús y medio para acercarnos a todos al centro; ofrecerles refrescos para calmar su sed; acompañarlos de la mano hasta las puertas de la Catedral; sus risas viendo los escaparates y los coches de caballo; la foto con el señor Cardenal; su extrañeza al ver -quizás por primera vez en sus vidas- a un señor de raza negra que subió al autobús en la vuelta; su cena -ya preparada- en un parquecito; la nuestra en una terraza de verano... Si tengo que quedarme con un instante del día elijo este: Sasha leyendo un cartel en español para, acto seguido, lanzarse a mí y estrecharme en un fuerte abrazo. Aunque pueda parecer una insignificancia, no voy a olvidarlo mientras viva.