
Un escueto mensaje de texto de nuestra hermana
Loli Llanos (
¿donde estas? Para ke t despidas d Sasha) me llenó ayer tarde de tristeza. ¿Ya? ¿Cómo ha podido pasar este último mes tan rápidamente? Si hace nada aún estábamos en la incertidumbre de su llegada... Esta mañana, nuestro Sasha ha partido rumbo a casa, a Belarús, donde le esperan sus padres y el resto de hermanos (Karalina se marchará el jueves, junto con Pavel). 
No sé si podré perdonarme el no haberle dedicado más atenciones este año, el no haber podido estar más tiempo junto a él, compartiendo sus juegos, sus travesuras, sus viajes, sus avances con el castellano... Ha sido un verano intenso para mí y con
Sasha ha pasado como un suspiro que une el abrazo de bienvenida en el cine -mientras ensayaba una obra de teatro- con el beso de despedida de ayer mientras me enseñaba, orgulloso, el escudo en plata del
Betis que, a modo de medalla, le habían regalado. De todos modos, me anima el haberlo visto fuerte, más gordito y -sobre todo- cargado de salud. Los "culpables" de este pequeño milagro:
Loli, José Ramón, sus hijos y todas las personas que durante estos días han hecho de
Sasha un niño feliz al que siempre -por muy largo que sea el tiempo de espera- llevamos en nuestro corazón.
Loli me adjunta estas fotos tomadas hoy en el aeropuerto de San Pablo; con ellas ilustro este breve comentario a la vez que enjugo unas furtivas lágrimas y recuerdo una frase de
Mario Benedetti que ya leí hace unos días dedicada a otro gran amigo que también se nos va:
Se despidieron y en el adiós estaba ya la bienvenida. Que así sea. ¡Hasta pronto, querido
Sasha!. QUE DIOS TE BENDIGA.
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