A pesar de que ya ha pasado algo de tiempo desde nuestra última salida procesional no quería dejar pasar esta oportunidad para contaros en primera persona mi experiencia personal de este año puesto que he podido vivir sensaciones nuevas que no había tenido anteriormente. No lo hice antes por pura torpeza mía, que todavía se me resiste esto del manejo informático, pero espero mejorar.
En primer lugar me gustaría decir con asombro ¡cómo pasa el tiempo!. Alguien me preguntó cuánto tiempo hacía que no me vestía de nazareno, y yo contesté sin pensar mucho "unos 5 ó 6 años", a lo que mi marido que estaba cerca respondió "¿5 ó 6 años? ¡¡y muchos más!! ¡¡si yo no te he visto nunca vestida de nazareno y llevamos 16 años juntos!! Me quedé sin habla... es cierto... más de 16 años... qué increíble. Me decidí a hacerlo este año porque quería que mi hija Reyes, que tiene poco más de dos años participase dentro de sus posibilidades en la procesión, y preferí que lo hiciese conmigo que dejarla a cargo de otra persona. Mi hijo mayor, Álvaro, que es un enamorado de la Semana Santa lleva varios años haciendo su estación sólo y sin problema alguno, así que pensé que este año era el momento de que la niña lo viviera también.
Mi gran sorpresa fue comprobar que mi hija ya "apunta maneras", y que a pesar de que yo llevaba la Bandera no se movió de mi lado en todo el tiempo y no quiso salirse de la procesión hasta que no terminó la misma, lo que me llenó de ese orgullo especial que nos entra a los que vemos la continuidad de nuestras tradiciones en estos "enanos" que nunca dejan de sorprendernos.
Quiero terminar (si me lo permitís Pepita, Olvido, Plácido y José Manuel) dedicando este pequeño o gran "triunfo" de las nuevas generaciones a tí, Plácido, te eché mucho de menos, ¿sabes? hubiera dado lo que fuera porque nos hubieras visto. Va por tí
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