Página de información y opinión de los hermanos y hermanas de la Real e Ilustre Hermandad del Santísimo Sacramento y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de las Aguas, el Señor Sentado en la Peña y Nuestra Señora de los Dolores (Guadalcanal).
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lunes, 25 de abril de 2011

No salimos

La mañana del sábado se presentaba lluviosa, como ha sido la tónica de esta Semana Santa de 2011 que ha dejado a muchas cofradías en sus templos, entre ellas la nuestra. La Agencia Estatal de Meteorología, a través de su servicio de mensajes de texto a móviles, nos daba -mientras preparábamos el refresco para músicos y costaleros- una probabilidad de precipitación del 70% para las seis de la tarde. Luego llegarían otros mensajes, a las tres y a la hora de salida, en los que el porcentaje seguía igual hasta las siete, pasando al 60% hasta las once de la noche, para bajar posteriormente al 30% a partir de esa hora.

A las seis menos cuarto, con todo preparado (costaleros, nazarenos, bandas de música, diputados de tramo...), se reunían los oficiales en cabildo extraordinario y los presentes, una vez escuchado el informe del hermano mayor (que recogía información de diferentes páginas de internet además del parte oficial de la AEMET) fueron manifestando su opinión sobre la opción de salir o de quedarnos en el interior del templo. Asistieron al mismo los siguientes integrantes de la Junta de Gobierno: Juan Gálvez Parra, Carmina Mirón Calderón, Manuel Rincón Martín, María Perelló Muñoz, Isabel Guardado Cabeza, Gregorio Núñez Muñoz, Angélica Narbona Jaramillo, María José Chaves Romero, María del Carmen Atalaya Fernández, José Antonio Maldonado Gallego, José Ramón Muñoz Criado, Purificación Muñoz Criado, María Ángeles Arcos Muñoz y Manuel Chaparro Trancoso, con la presencia de nuestro director espiritual, D. Juan Carlos de la Rosa Egea. Tomados en cuenta los pros y los contras, y ante la inestabilidad de la tarde, las personas citadas acordaron por unanimidad el no realizar la Estación de Penitencia por las calles de Guadalcanal. En su defecto, nuestro director espiritual digirió un solemne vía crucis en el interior de la iglesia, en la que permanecían numerosos hermanos y devotos, y en el cual tuvo un recuerdo muy especial para los niños bielorrusos, para las personas necesitadas a quienes van dirigidas nuestras campañas de Navidad y para nuestros hermanos difuntos.

Manuel Chaparro comunicaba la noticia a través de la megafonía del templo, esgrimiento los argumentos que ya se habían tratado previamente en el cabildo: tras las experiencias vividas en 2008 y 2010 parecía, cuando menos, una temeridad colocar nuestros pasos en la calle por el anunciado riesgo de lluvia, siendo la obligación de la Junta de Gobierno velar no solo por el patrimonio artístico de nuestra Corporación sino, sobre todo, por el patrimonio humano, de modo especial por el de la gran cantidad de nazarenitos blancos que nos acompañan en los últimos años. Las Tres Horas intenta, dentro de su humildad, realizar vida de hermandad durante todo el año (convivencias, quinario, besamanos, visitas a nuestros mayores, acciones caritativas y sociales, actos benéficos, acogida y apadrinamiento de niños...) no negando por ello que la estación de penitencia sea el momento más esperado por todos. Después del cariño y la ilusión con la que se hace a nadie más que a los miembros de la Junta de Gobierno puede doler el que a las once de la noche -cuando aún deberían resonar en la plaza de España los ecos de los himnos y del público tras nuestra entrada- los pasos estuviesen ya desmontados.

Pero si no llovió... Pero ¿por qué sabemos que no llovió? Porque lo analizamos desde la perspectiva del tiempo ya pasado, a posteriori. A priori, queridos hermanos y hermanas, la decisión es mucho más difícil. Otras hermandades locales lo tuvieron más fácil: la lluvia en el mismo momento de la salida no daba lugar a dudas. Quizá la pregunta debería ser: ¿Y si llega a llover? En el recorrido no hay ningún local en el que refugiarse y aunque, en el mejor de los casos, no se tardase mucho en volver a la parroquia, las dimensiones de su puerta principal nos obligan a realizar una serie de maniobras en las que, por mucho que por las prisas y la precipitación se quiera correr, se invierte demasiado tiempo. Desde aquí damos las gracias a todas las personas -hermanos y no hermanos- que nos manifestaron su apoyo y aplaudieron nuestra decisión, y comprendemos a aquellas otras que se pudieron sentir molestas por la misma pidiéndoles, por qué no, disculpas. Aunque parezca una paradoja se podría decir que nunca llueve a gusto de todos.

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