Página de información y opinión de los hermanos y hermanas de la Real e Ilustre Hermandad del Santísimo Sacramento y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de las Aguas, el Señor Sentado en la Peña y Nuestra Señora de los Dolores (Guadalcanal).
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jueves, 9 de agosto de 2007

HASTA SIEMPRE, JUAN ANTONIO

Ayer fue uno de esos días en los que nunca quisiéramos estar presentes. Cuando al amanecer del martes recibimos la noticia de la muerte de Juan Antonio, nuestro “morringa”, tras la pena por su muerte sentimos un halo de esperanza, ya que Dios lo había recogido tras un largo sufrimiento por la terrible enfermedad que a tantas personas ha arrebatado ya la vida en Guadalcanal.

Como era lógico, los que nos encontramos fuera de nuestro pueblo por diversos motivos, nos pusimos en camino hacia Guadalcanal, porque aunque no fuera agradable teníamos que estar allí. Allí con la persona que tantos y tantos buenos momentos nos ha dado en esa Parroquia de Santa María, hoy mas vacía que nunca por las tremendas ausencias de este 2007.

Quien te iba a decir, Juan Antonio, que tu morada eterna estaría tan cerca del Padre Eduardo. Recuerdo como anhelabas la muerte el día en que fui a verte, cuando el dolor y la enfermedad se cebaban contigo haciéndote sufrir tanto, y como envidiabas al ya fallecido sacerdote, deseando ser tú quien hubiera muerto. Te convencí diciéndote que la Virgen de Guaditoca te llamaría cuando necesitara que la vistieras en el cielo, y lo ha hecho, te ha llamado para que la vistas de Reina que tiene que ir a la Feria y quiere ir más guapa que nunca, mira que eso ya es difícil conseguirlo, pues su cara es inigualable le pongas lo que le pongas. Recuerdo tu esfuerzo con el trapito limpiando cada recoveco de su retablo en la Ermita, y con cuánta energía encajabas la cera en sus candeleros, no se quien lo hará en un futuro, pues sin ti todo va a ser mucho más difícil. Cuantas tardes de charla hemos compartido junto al arroyo que La vio por primera vez, y cuantas voces nos has dado en esos portales que aguardan Su llegada en Septiembre. Este año se echará en falta tu silla en el privilegiado rincón para la novena. Que bien conocías la parroquia, ay que ver como diste con el sitio para ver su cara mejor que nadie.

El martes preparamos todo para que estuviese a punto en la Parroquia, para acogerte como merecías. Nunca haremos por ti todo lo que tú has hecho por nosotros, ni tendremos actos ni palabras suficientes para rendirte homenaje como te mereces, pero creo que con lo que hicimos te sentirás satisfecho. ¿Te gustó tu Niña para el funeral? Estaba guapísima, y sus lágrimas eran más que nunca por ti. Cuantas veces le has rezado a la Reina del Jueves Santo en esa capilla y cuantas veces has quitado el polvo de su altar con tu pañuelo. Estaba sollozando de luto por tu ausencia. Recuerdo con cuanto amor le hablabas mientras la vestías, y como decías que no había otra cara igual en la Parroquia. Al llamarle “tu Niña” sabíamos que era tan tuya que nadie se atrevía a decir nada, por lo que nos pudieras decir. Parece que te estoy viendo el Jueves Santo en el dintel de la puerta esperando a que saliera, con que orgullo llevabas tu medalla de “los verdes” al pecho esa tarde. Todavía están en su retablo los vasos de cristal que tanta sed calmaron en tus tardes agosteñas en la Parroquia; al verlos, todos derramamos alguna lágrima, igual que mientras Se vestía de luto, todos los allí presentes tuvimos que romper a llorar al ver de cerca a La que fue la Reina de tu vida.

Todos los que tuvimos la oportunidad de conocerte y compartir contigo muchas horas de nuestra vida estamos profundamente apenados por no volver a verte más. La gente que te quería se alegra al saber que estás en el lugar del cielo al que van los corazones buenos de verdad, como tu, y sabemos y estamos felices de conocer que en ese corazón tan grande te has llevado un trocito del nuestro para que este contigo allá arriba, al lado de la Señora del lunar. En nuestra parroquia todo se ha quedado mudo en silencio quieto. Tu ausencia se hace notar y se nos hará difícil acostumbrarnos. Solo decirte que estés donde estés tengas presente a la gente que tanto te quiso: a tu familia, a las Hermandades de Guadalcanal por las que tanto bien hiciste, y a todos los que de una forma u otra formamos parte de tu vida y que te quisimos y te seguimos queriendo mucho.

Vaya este particular homenaje para ti, persona de las cuales Guadalcanal debe sentirse orgulloso de haber tenido como vecino, como cofrade y como amigo.

Hasta siempre, Juan Antonio.

Juan M. Espino.

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