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La salida estaba fijada para las siete de la mañana, aunque, con las demoras acostumbradas, salimos a las siete y media del Paseo de la Cruz. Nos desplazamos en dos autobuses, cada uno de ellos de cincuenta y cinco plazas.
.Pasadas las nueve de la mañana hicimos un alto en Zalamea de la Serena para desayunar. Gracias a que descubrimos una cafetería cercana a la que entramos en un principio pudimos tomarnos el café y las tostadas más "desahogados" (no es fácil atender a ciento diez personas a la vez).
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Tras cruzar el variado paisaje extremeño -zonas de dehesa, arrozales, embalses, montañas- llegamos a Guadalupe a las once y cuarto de la mañana. Después de un primer contacto con la plaza Mayor, los peregrinos tomamos asiento en el interior de las naves del impresionante monasterio a la espera del comienzo de la Santa Misa.
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La Eucaristía comenzó a las doce en punto, presidida por un monje franciscano del santuario y con la partipación de sacerdotes de México y Estados Unidos, así como nuestro Párroco, D. Gabriel Sánchez. En la homilía el oficiante hizo una referencia a los ocho siglos de historia del monasterio y a la Santísima Virgen de Guadalupe, que preside desde su camarín el monumental retablo. Nuestra hermana Mari Luz Ruiz y yo mismo tuvimos ocasión -en nombre de toda la Parroquia- de ofrecer un centro floral a la Santísima Virgen.
.Finalizada la Santa Misa -y dada la hora- apetecía tomar algo antes de comer. Así, en las numerosas terrazas de la plaza -prácticamente al completo para disfrutar del estupendo día de sol- quien más y quien menos dio buena cuenta de unos vasos de vino o cerveza y unas tapitas de chacina.
.El almuerzo lo hicimos en un restaurante cercano donde -gracias a las gestiones de D. Gabriel y Susana Ruiz- pudimos degustar todos juntos un revuelto de espárragos, una caldereta de venado y el postre. Posteriormente nos hicimos las fotos de familia correspondientes en las escalinatas de acceso al santuario.
.A las tres y media comenzaba la visita guiada al monasterio, recorriendo el museo de bordados, el de libros miniados, el claustro mudéjar, el museo de pintura y escultura, la sacristía y la zona del relicario y tesoros de la Virgen. Nos complació sobremanera poder visitar también el coro y, claro está, el camarín de la Santísima Virgen de Guadalupe.
.Finalmente, y antes del regreso a Guadalcanal, dio tiempo para tomar un café y hacer las oportunas compras de recuerdos y productos típicos, sobre todo dulces y embutidos.
.Como nota personal quiero agradecer públicamente a nuestro Párroco y a Susana Ruiz "Sani" tanto la idea como la organización de una peregrinación en la que -además de todo lo relatado- tuve el honor de hacer la primera lectura de la Misa a los pies de la Santísima Virgen de Guadalupe. QUE ELLA NOS PROTEJA SIEMPRE.
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