Aunque el fatal desenlace era ya esperado, nunca está uno
preparado para despedirse de una persona querida. Cuando pienso en Rafael
acuden a mi cabeza miles de momentos vividos de montajes y desmontajes de
Pasos, preparativos para la Procesión, venta de la lotería de la hermandad,
cenas de navidad, días de campo en la limpieza de la candelería y enseres, esos
vasitos de "Felipe" como a él le gustaba llamar a ese vino que con
tanto esmero tenía en ese barril que "custodiaba" en su casa, esos ratos tomando
unas copitas de manzanilla en el patio de mi casa en verano que tanto le
gustaban, …. etc.
Rafael para mí, era más que mi amigo, ha sido un ejemplo a
seguir en todo lo referente a la Hermandad, siempre nos daba sus sabios
consejos y el camino a seguir a los que desde niño nos fuimos incorporando a
las diferentes Juntas de Gobierno. Empecé a convivir con él cuando yo apenas contaba dieciséis años, ese hombre lleno de
sabiduría me impresionó, ávido de conocimientos y vivencias de la Hermandad. Rafael
entregaba todo, sin esperar nada. Me impresionó sobremanera, su capacidad de
estar con todos y para todos, daba ejemplo, no había que decirle, hay que hacer
esto o aquello, si había que martillear, martilleaba, si había que acarrear, acarreaba.
Nunca buscó la relevancia, tan solo la aportación a la Hermandad, a cuyos tres
Titulares profesaba una inmensa devoción.
Fui compañero suyo en la Junta de Gobierno durante casi
veinticinco años y tuve la gran suerte de tenerlo siempre como Oficial de la
misma durante mis diez años de Hermano Mayor, en los que sus sabios consejos me
ayudaron muchísimo. Con el paso del tiempo teníamos una relación casi familiar
ya que cuando entraba en mi casa a verme, mi mujer, que al igual que yo, le
admiraba y sentía por él un profundo cariño, le decía "Rafael, ¿una copita
de manzanilla...?" y allí que nos sentábamos todos juntos a compartir sus
historias siempre interesantes. Cuando alguna vez me lo traía a Sevilla para
pasar alguna temporada en casa de su hija Angelines, mis dos hijos no pegaban
ojo en el coche durante el viaje siempre atentos a las historias que les
contaba. También han sentido su pérdida. El otro día mi hija Julia me decía:
"papa no me imagino pasando por la calle y mirar para su ventana y no
verlo allí sentado en su sillón viendo la tele".
He tenido la gran suerte de poderle hacer hace
aproximadamente veinte días una entrevista con motivo del LXX aniversario de la
llegada a nuestro pueblo de la Virgen de los Dolores, la cual saldrá publicada
en el Boletín de Cuaresma de nuestra Hermandad, donde una vez mas me demostró
su sapiencia y sabiduría en todo lo relacionado con la Hermandad, ya que aunque
su organismo ya empezaba a flaquear irremisiblemente, su cabeza se mantenía en
perfecto estado.
Gracias, muchas gracias, hermano Rafael por todo lo que me
has enseñado y en especial por darme tu amistad, fue un placer conocerte, ya
estás en el Cielo con nuestros Sagrados Titulares a los cuales pido que te
bendigan para siempre. Descansa en Paz.
Manuel I. Chaparro Trancoso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario